29 junio 2013

Joseph Ratzinger relata su Ordenación Sacerdotal.

ORDENACIÓN SACERDOTAL - LABOR PASTORAL - DOCTORADO

Después del examen final de los estudios teológicos, en el verano de 1950 me fue propuesto inesperadamente un encargo que una vez más trajo consigo un cambio de dirección para toda mi vida. En la facultad de teología era costumbre que cada año se propusiese un tema de concurso, cuyo argumento debía elaborarse en el espacio de nueve meses y que había que firmar de forma anónima y presentar bajo un seudónimo. Si un trabajo obtenía el premio (que consistía en una suma de dinero bastante modesta), era asimismo automáticamente aceptado como disertación con la calificación de «summa cum laude»; al ganador se le abrían así las puertas al doctorado. Cada año tocaba a un profesor distinto proponer el argumento, así que se acababan por afrontar todas las disciplinas. En el mes de julio, Gottlieb Söhngen me hizo saber que aquel año le había tocado a él decidir el tema y que esperaba de mí que me aventurase en aquel trabajo. Me sentí obligado y esperaba con ansia el momento de conocer el tema a tratar. El tema elegido por el maestro fue: «Pueblo y casa de Dios en la enseñanza sobre la Iglesia de san Agustín” Dado que en los años precedentes me había dedicado asiduamente a la lectura de las obras de los Padres y había frecuentado también un seminario de Söhngen sobre san Agustín, pude lanzarme a esta aventura.

Vino en mi ayuda también otra circunstancia. En el otoño de 1949, Alfred Lápple me había regalado la obra quizá más significativa de Henri de Lubac, Catolicismo, en la magistral traducción de Hans Urs von Balthasar. Este libro se convirtió para mí en una lectura clave de referencia. No sólo me transmitió una nueva y más profunda relación con el pensamiento de los Padres, sino también una nueva y más profunda mirada sobre la teología y sobre la fe en general. La fe era aquí una visión interior, actualizada gracias precisamente a pensar junto con los Padres. En aquel libro se percibía la tácita confrontación tanto con el liberalismo como con el marxismo, la dramática  lucha del catolicismo francés por abrir una nueva brecha a la fe en la vida cultural de nuestro tiempo. De Lubac acompañaba al lector desde un modo individualista y estrechamente moralista de creer, a través de una fe pensada y vivida social y comunitariamente en su misma esencia. hacia una fe que, precisamente porque era por su propia naturaleza también esperanza, investía la totalidad de la historia y no se limitaba a prometer al individuo su felicidad privada. Me sumergí en otras obras de Lubac y obtuve profundo provecho sobre todo de la lectura de Corpus Mysticum  - en el cual se me abría un nuevo modo de entender la unidad de Iglesia y Eucaristía que iba más allá de la que ya había aprendido de Pascher, Schmaus y Söhngen. Partiendo de esta perspectiva, pude adentrarme, como se me había pedido, en el diálogo con Agustín, que desde hacía largo tiempo había intentado de múltiples maneras.

Las largas vacaciones estivales, que duraban de fines de julio a finales de octubre, estuvieron completamente dedicadas a preparar el trabajo que presentaría al concurso. Pero entonces me encontré en una difícil situación. A finales de octubre recibimos la ordenación subdiaconal y, seguidamente, la diaconal. Comenzaba así la preparación más inmediata a la ordenación sacerdotal, que entonces era muy diferente a hoy. Estábamos de nuevo todos juntos en el seminario de Frisinga para ser introducidos en los aspectos prácticos del ministerio sacerdotal; a estos menesteres pertenecía la preparación para la predicación y la catequesis. La seriedad de esta preparación requería todo el empeño de la persona, pero yo debía compaginarla con la elaboración de mi tema. La tolerancia del seminario y la condescendencia de mis compañeros hicieron posible esta difícil combinación. Mi  hermano, que había iniciado conmigo el camino del sacerdocio, se hizo cargo cuanto le fue posible de todos los aspectos prácticos de la preparación a la ordenación sacerdotal y a la primera misa; mi hermana, que en aquel tiempo estaba empleada como secretaria en un despacho de abogados. se ocupó de redactar de forma ejemplar, en su tiempo libre, la bella copia del manuscrito que de este modo pudo ser entregado dentro del plazo previsto.

Me sentí feliz cuando finalmente me vi libre de esta hermosa pero pesada carga y al menos los dos últimos meses pude dedicarme enteramente al gran paso: la ordenación sacerdotal, que recibimos en la catedral de Brisinga de manos del cardenal Faulhaber en la fiesta de los santos Pedro y Pablo del año 1951. Éramos más de cuarenta candidatos; cuando fuimos llamados respondíamos “Adsum»: Aquí estoy». Era un espléndido día de verano que permanece inolvidable como el momento más importante de mi vida. No se debe ser supersticioso, pero en el momento en que el anciano arzobispo impuso sus manos sobre las mías, un pajarillo -tal vez una alondra- se elevó del altar mayor de la catedral y entonó un breve canto gozoso; para mí fue como si una voz de lo alto me dijese: «va bien así, estás en el camino justo». Siguieron después cuatro  semanas de verano que fueron como una única y gran fiesta. El día de la, mera misa nuestra iglesia parroquial de San Osvaldo estaba iluminada en todo su esplendor y la alegría, que casi se tocaba, envolvió a todos en la acción sacra, en la forma vivísima de una «participación activa», que no tenía necesidad de una particular actividad exterior. Estábamos invitados a llevar a todas las casas la bendición de la primera misa y fui-mos acogidos en todas partes  -también entre personas completamente desconocidas- con una cordialidad que hasta aquel momento no me podría haber imaginado. Experimenté así muy directamente cuán grandes esperanzas ponían los hombres en sus relaciones con el sacerdote, cuánto esperaban su bendición, que viene de la fuerza del sacramento. No se trataba de mi persona ni la de mi hermano: ¿qué podrían significar, por sí mismo, dos hermanos, como nosotros, para tanta gente que encontrábamos? Veían en nosotros unas personas a las que Cristo había confiado una tarea para llevar su presencia entre los hombres; así, justamente porque no éramos nosotros quienes estábamos en el centro, nacían tan rápidamente relaciones amistosas.

Reforzado por la experiencia de estas semanas, el uno .- de agosto comencé mi ministerio como coadjutor en la parroquia de la Preciosa Sangre en Munich. La mayor parte de la parroquia se situaba en un barrio residencial en el que habitaban intelectuales, artistas, funcionarios, pero también abarcaba unos trechos de calle donde residían pequeños comerciantes y empleados, además de porteros, asistentas y, en general, el personal de servicio del mantenimiento de las casas de los mejor situados. La casa parroquial, proyectada por un célebre arquitecto, pero demasiado pequeña, era verdaderamente muy, acogedora, pese a que el gran número de personas que, en diversas funciones, trabajaban prestando su ayuda, creaba una cierta agitación. Pero el hecho más decisivo fue el encuentro con el buen párroco Blums h ein, que no se limitaba a decir que un sacerdote debe «arder” sino que él mismo era un hombre que ardía interiormente. Hasta su último aliento quiso desarrollar su servicio de sacerdote con todas las fibras de su existencia. Murió mientras llevaba el viático a un enfermo grave. Su bondad y su pasión interior por el ministerio confirieron a esta parroquia su impronta. Lo que a primera vista podía parecer activismo, era en realidad expresión de una disponibilidad de servicio vivida sin límite alguno.

Dada la cantidad de tareas que me habían sido confiadas, tenía verdadera necesidad de un modelo de este género. Tenía dieciséis horas de religión en cinco clases distintas y esto exigía mucha preparación. Cada domingo debía celebrar al menos dos veces y tener dos predicaciones distintas: cada mañana, de seis a siete, estaba en el confesionario; el sábado por la tarde, cuatro horas. Cada semana había que celebrar múltiples entierros en los diversos cementerios de la ciudad. Todo el trabajo con los jóvenes recaía sobre mis espaldas y a ello se unían otros menesteres extraordinarios  como bautismos, matrimonios, etc. Dado que el párroco no ahorraba esfuerzos. yo no quería ni podía tampoco hacerlo. Vista mi escasa preparación práctica, al principio afronté estos menesteres con cierta preocupación. No obstante, pronto el trabajo con los niños en la escuela, que también implicaba naturalmente la relación con sus padres, se convirtió en motivo de gran alegría y también con los diversos grupos de jóvenes católicos creció rápidamente un buen entendimiento. Pronto me di cuenta de cuán lejanos habían estado de la fe la mentalidad y el modo de vivir de muchos niños, qué poco apoyo encontraba la enseñanza de la religión en la vida y en el modo de pensar de las familias. Por otra parte, no puedo dejar de reconocer que el modo en que se organizaba el trabajo con los jóvenes, que había madurado en el período de entre guerras, no estaba ya a la altura de los tiempos: era necesario, por tanto, ponerse a la búsqueda de nuevas formas. Algunas reflexiones maduradas justamente gracias a estas experiencias las puse por escrito algunos años después en mi ensayo titulado Los nuevos paganos y la Iglesia, que entonces fue argumento para un vivaz debate.

Mi llamada al seminario de Fri. decidida por mis superiores el 1 de octubre de 1952, suscitó en mí sentimientos muy diversos. Por una parte, era justamente la solución que me esperaba, para poder volver a mi querido trabajo teológico. Por otro lado, sobre todo el primer año, sufrí mucho por la pérdida de aquella plenitud de relaciones y experiencias humanas que la labor pastoral había sabido darme, tanto que empecé a preguntarme si no habría hecho mejor permaneciendo en la pastoral parroquial. La sensación de que se necesitaba de mí y de que estaba desarrollando un servicio importante me había ayudado a dar lo imposible y a experimentar la alegría del ministerio sacerdotal, que en el nuevo desempeño no se hizo inmediata-rnente perceptible. Debía dar un curso sobre la pastoral de los sacramentos para los estudiantes del último año, por lo que podía acceder  sólo a una experiencia más bien modesta, pero de todos modos siempre muy cercana y fresca. A esto se añadían las celebraciones eucarísticas y las confesiones en la catedral, así como la dirección de un grupo de jóvenes que había formado mi predecesor. Sin embargo, antes que nada, tenía que llevar a término el examen de doctorado, que entonces era una prueba que absorbía mucho tiempo: se nos examinaba de ocho disciplinas, cada una con un examen oral de una hora y un examen escrito; todo era coronado con un debate público, para el cual se debían preparar tesis extraídas de todas las disciplinas teológicas. Fue una gran alegría, sobre todo para mi padre y para mi madre, cuando en julio de 1953 tuvo lugar este acto y obtuve el título de doctor en teología.
___________________________________________________________________________________________
Extracto del libro "Mi Vida. Recuerdos 1927-1977" Joseph Ratzinger. Formato PDF, clic aquí para descargar.

28 junio 2013

Cardenal Ratzinger en México 1996.

                                                                                                                                                                                Por Fred Álvarez.

Era principios de mayo de 1996 sorpresivamente Guadalajara, Jalisco recibía la visita del entonces Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe; el cardenal alemán Joseph Aloisius Ratzinger, venía como enviado papal a presidir el Segundo Encuentro de Presidentes de Comisiones Doctrinales de las Conferencias Episcopales de América Latina.
La reunión – a puerta cerrada- fue de una semana, el objetivo de la misma debía de ser eminentemente pastoral, la situación actual de la teología, la problemática moral, el disenso dentro de la Iglesia, líneas generales de la teología india, el desafío de las sectas y los nuevos movimientos religiosos. Sin embargo, se aprovechó la oportunidad para dejar claro su posición sobre otros puntos, como el posicionamiento de la jerarquía en el asunto de la política poblacional- punto primordial de la reunión de unos meses atrás en Beijin - y además del caso del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.
Asistieron 25 obispos representantes de las Comisiones Episcopales de Fe de América Latina; el cardenal Juan Sandoval Iñiguez fue el anfitrión de la reunión; estuvo entonces en Guadalajara, entre otros, el hoy Secretario de Estado Vaticano y cardenal Camarlengo Tarcisio Pietro Evasio Bertone, SDB, entonces secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, (y al que se considera uno de los fuertes candidatos para suceder a Benedicto XVI).
Después de una semana de deliberaciones se emitió el documento final mismo que fue leído por el -entonces papable- presidente del CELAM, el arzobispo hondureño Oscar Andrés Rodríguez Madariaga, el pronunciamiento más enérgico fue el referido al tráfico de drogas, un "terrible flagelo" que afecta a todos los países de la región y que incursionó en forma "desvergonzada" en el ámbito político, dijeron.
Las síntesis del encuentro denominado Los nuevos desafíos en el llamado Continente de la Esperanza- se pueden resumir en cuatro puntos:
i) El relativismo: filosofía inmanentista que origina disenso doctrinal, incluso entre los católicos, con problemas éticos como el respeto a la vida humana.
ii) El narcotráfico: no existe país del Continente que no se vea agobiado por este mal. Esto añade complejidad a la ya difícil situación económica América Latina en donde el modelo mercantilista está empobreciendo cada vez más a nuestros pueblos.
iii) Proliferación de sectas fundamentalistas: principalmente la llamada "New Age", que se aprovecha del sentimiento superficial sin crear lazos de compromiso con el prójimo y tiende a convertirse en una religión sin Dios, y.
iv) El mundo indígena y afroamericano: está surgiendo una reflexión teológica como alternativa a reduccionismos de antropólogos con tendencias a una instrumentación folklórica o turística de los indígenas
Joseph Ratzinger proclamó en Guadalajara que la Teología de la Liberación "ha venido a menos" con la caída del socialismo. Dijo que a pesar de que se redujo la influencia de la llamada "Iglesia de los Pobres" las respuestas a problemas como la injusticia, el hambre y la miseria "no deben faltar por parte de la iglesia".
Denunció también la existencia de "una nueva manera de manipular a los indígenas" por medio de "antropólogos, pseudoteólogos y otras personas muy partidarias del indigenismo, que quieren tener a los indígenas como piezas de museo u objetos de folclor para atraer turismo", dijo refiriéndose a don Samuel Ruiz García
Estas personas –dijo- quieren que (los indígenas) se vistan como hace 500 años, que no progresen, porque si lo hacen se acaba ese folclor y dejen de ser objeto de estudio", expuso el cardenal alemán.
De igual modo se mostró preocupado por el avance de las corrientes enmarcadas en el llamado "New Age", un movimiento que se presenta como "muy acogedora y espiritualista", que atrae a los católicos poco informados, dijo Ratzinger.
Varios teólogos criticaron al cardenal alemán, entre ellos Enrique Dussel quien dijo entonces que "Ratzinger está más preocupado por condenar herejes que por ocuparse de la pastoral popular de la Iglesia. Pareciera que la Iglesia está más preocupada por condenar la teología de la liberación que de ocuparse de los pobres", aseveró el autor de "Teología de la Liberación, un Panorama Histórico". El obispo Samuel Ruiz le respondió al Cardenal Ratzinger, en el sentido de que el prelado chiapaneco no respetaba el Evangelio, respondió: "Bueno, esa es su opinión". (Reforma, 13 de mayo de 1996)
- ¿Tiene él alguna autoridad sobre usted?, le preguntaron, a la que respondió: -No, ninguna, además quiero aclarar que no sólo respeto, sino que hago respetar y promuevo la práctica del Evangelio.

Días después el futuro Papa visitaba "de turista" la ciudad de México.
Era sábado 11de mayo de 1996 el cardenal Ratzinger viajo a la Ciudad de México -en visita privada "de turista" acompañado de su amigo Tarcisio Bertone; por cierto el entonces nuncio Girolamo Prigione fue su anfitrión, incluso les dio alojamiento; y los llevó a conocer la Catedral Metropolitana y a otros lugares más; no podía dejar de asistir al templo Mariano: la Basílica de Guadalupe:
El domingo 12 de mayo el cardenal alemán -y futuro papa- celebraba un servicio religioso, muy discreto por cierto, casi nadie lo difundió (sólo un cable de Notimex); ahí pidió a los sacerdotes de México y de América Latina mayor fidelidad y coraje en la evangelización, en especial con los sectores más pobres.
"Queridos hermanos, como ustedes, también nosotros hemos venido en peregrinación a este santuario de nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México y de toda la América latina", dijo en ese entonces el cardenal Ratzinger.
Pidió al sacerdocio construir auténticas comunidades cristianas y practicar las virtudes, ejemplo de Jesús, para que los que están alejados de la Iglesia "nos reconozcan como verdaderos cristianos", opten por la sinceridad, la justicia y la honorabilidad.
Destacó –al igual que el pasado 12 de diciembre-, la importancia de la virgen de Guadalupe en la tarea evangelizadora de América Latina.
En su homilía de aquel 12 de mayo de 1996 encomendó los trabajos de las Comisiones Doctrinales de las Conferencias Episcopales de América Latina: "queremos pedirle que siga protegiendo y animando a todos lo pastores de las iglesias particulares del continente en su misión de predicar con fidelidad y coraje el evangelio".
Ratzinger ofició la misa en la Basílica de Guadalupe en compañía del nuncio apostólico Girolamo Prigione y de Norberto Rivera Carrera, arzobispo Primado de México, todavía estaba ahí como Abad Guillermo Shulemburg. No recuerdo si también estuvo concelebrando (seguramente sí); meses después dejaba el cargo por presiones del arzobispo Primado de México.
Años después el 2 de abril de 2005 a las 21: 37 horas Karol Joseph Wojtyla era difunto, tenía 84 años de edad; días después el 19 de abril Joseph Ratzinger era nombrado Papa y decide adoptar el nombre de Benedicto XVI.
Años después decide venir a México, pero no a la Ciudad –ya vino- sino al Bajío. Por cierto sobrevolará el cerro del Cubilete; al igual que lo hizo Juan Pablo II en su segunda visita a México.
¡Qué curioso!
PD: ¡El papa que viene? El otro acompañante de Ratzinger al Guadalajara y al DF - se menciona como futuro Papa- fue Tarcisio Bertone quien años después -2003- sería nombrado cardenal por Juan Pablo II, participó en el cónclave de 2005, que eligió al cardenal Ratzinger nuevo papa con el nombre de Benedicto XVI; y meses después Benedicto XVI le designó el 15 de septiembre de 2006 como Secretario de Estado de la Ciudad del Vaticano, cargo que actualmente desempeña, y desde el 4 de abril de 2007 es también el cardenal Camarlengo. Este cargo de Camarlengo y Secretario de Estado Vaticano, no ha sido desempeñado simultáneamente desde que en 1978 lo fuera el cardenal Jean-Marie Villot, el cual se encargó de comprobar el fallecimiento de los papas Pablo VI y Juan Pablo I.
En diciembre de 2009 cumplió los 75 años de edad y, como establece el Código de la Iglesia, presentó su renuncia al cargo de Secretario de Estado; pero Benedicto XVI, mediante una carta con fecha del 15 de enero de 2010, le encomendó seguir desempeñando su cargo. Lo está preparando.

Fuente: http://www.ricardoaleman.com.mx/plumas-invitadas/fred-alvarez/1981-primera-visita-de-ratzinger-a-mexico

27 junio 2013

Los lefebvrianos rechazan a la Iglesia y al Papa.

Vía: http://vaticaninsider.lastampa.it

Los lefebvrianos vuelven al ataque.
Fraternidad San Pio X.

Comunicado conjunto de los tres obispos de la Franternidad San Pío X, en el 25 aniversario de su ordenación: el Concilio «destruyó la autoridad» y arruinó las instituciones cristianas

Andrea Tornielli  
Ciudad del Vaticano

La buena voluntad y la paciencia, además de todas las concesiones que hizo Benedicto XVI, al final han sido ignoradas.  La Fraternidad San Pío X no parece tener ninguna intención para volver a la plena comunión con la Iglesia católica y con el Papa. Se puede leer en el comunicado conjunto que firmaron el superior Bernard Fellay y los otros dos obispos lefebvrianos, Alfonso de Gallareta y Bernard Tissier de Mallerais, el día que se cumplen los 25 años de su ordenación episcopal, que oficiaron mons. Lefebvre y el obispo brasileño De Castro Mayer en 1988, que provocó la excomunión.

Los obispos dicen que «la causa de los graves errores» que están «demoliendo a la Iglesia» no radica en una mala «interpretación de los textos conciliares –una “hermenéutica de la ruptura” que se opondría a una “hermenéutica de la reforma en la continuidad”–,  sino en los textos mismos, en razón de decisiones sin precedentes operadas por el Concilio Vaticano II». Pocas palabras para anular, desde su punto de vista, la posibilidad de una hermenéutica diferente de los textos conciliares, sobre la que desde el inicio de su pontificado había insistido Papa Ratzinger. El Vaticano II, según los tres obispos, representa «un magisterio resuelto a conciliar la doctrina católica con las ideas liberales», inmerso en los «principios modernistas del subjetivismo, del inmanentismo y en perpetua evolución según el falso concepto de la tradición viviente», que contamina «la naturaleza, el contenido, el papel y el ejercicio del magisterio eclesiástico».



El comunicado continúa indicando que debido al Concilio «la realeza de Cristo sobre las sociedades humanas simplemente es ignorada, incluso combatida, y la Iglesia es prisionera de este espíritu liberal que se manifiesta especialmente en la libertad religiosa, el ecumenismo, la colegialidad y la nueva misa».



Después hay algunos párrafos en los que se condena la declaración conciliar “Dignitatis humanae” sobre la libertad religiosa, el decreto conciliar sobre el ecumenismo “Unitatis redintegratio” y la introducción de «un espíritu colegial, igualitario y democrático» en la Iglesia a través de la constitución “Lumen gentium”, con obispos y sacerdotes que se ponen a escuchar y a seguir al «pueblo de Dios, nuevo soberano». Para los lefebvrianos, de todo esto deriva la «destrucción de la autoridad» y, consecuentemente, «la ruina de las instituciones cristianas: las familias, los seminarios, los institutos religiosos».


Para concluir, los tres obispos atacan la misa de la reforma litúrgica, que «obscurece la naturaleza sacrifical y propiciatoria del sacrificio eucarístico». «Bajo este nuevo rito se encuentra la nueva y falsa teología del misterio pascual».



Al leer este comunicado, parecería que nunca existió el largo camino de entrevistas y encuentros con la Santa Sede (que ha durado décadas). La Fraternidad San Pío X parece volver a encontrar la unidad para oponerse con fuerza a la «Roma conciliar», a esa Iglesia que habría cambiado radicalmente después del Vaticano II. En contra de esa «Roma» con la que dialogó durante los últimos años. Después de haber obtenido mucho (la liberalización de la misa antigua, la anulación de las excomuniones, diálogos doctrinales y una propuesta para encontrar una solución canónica a su situación) los lefebvrianos vuelven al ataque y parecerían volver al punto de partida.

 

26 junio 2013

Cardenal Ruini: Benedicto XVI vive su actual periodo con “gran serenidad de ánimo”

ROMA, 25 Jun. 13 / 08:01 am (ACI/EWTN Noticias).- Benedicto XVI vive “con serenidad de ánimo” sus días como Obispo emérito de Roma, y sigue aportando después de su dimisión nuevos frutos a la Iglesia, como por ejemplo “la elección del Papa Francisco”, afirmó el Cardenal italiano Camilo Ruini, Presidente del Comité científico de la fundación Vaticana Joseph Ratzinger.

“Creo que no debemos pensar que Benedicto XVI viva mal este actual periodo, lo vive con gran serenidad de ánimo, con esa serenidad que lo ha llevado a cumplir este gesto inesperado, inusual, que ha sido un shock para todos”, indicó y agregó que “mirando las cosas con distancia y tiempo, se ve que todo es aún más fecundo y ha traído el bien, porque era la premisa de la elección del Papa Francisco”.

El Purpurado participó en la presentación en la Oficina de Prensa de la Santa Sede de los ganadores del "Premio Ratzinger", considerado por la prensa local como el “Premio Nobel de la Teología”, y que este año lo recibirán el profesor Richard Burridge, decano del King’s College de Londres y ministro de la comunión anglicana, y el teólogo alemán Christian Schaller, laico, docente de Teología Dogmática y subdirector del Instituto Papa Benedicto XVI de Regensburg.

Benedicto XVI dispuso que a partir del 1 de marzo de 2010 se instituyera dicha fundación para responder al deseo manifestado por muchos estudiosos a lo largo de los años. Su objetivo es situar en el centro de la reflexión la cuestión de Dios. La concesión del Premio Ratzinger quiere llamar la atención de la opinión pública sobre ese tema.

“Creo que el Papa estará complacido. No he hablado con él, no he podido verlo después de terminar su pontificado, pero por lo que me han dicho otros cardenales y otros eclesiásticos, ciertamente está contento por este premio”, añadió el Cardenal Ruini.

El año pasado Benedicto XVI confirió este galardón acompañado de un discurso. El premio se entregará el próximo 26 de octubre, y el Cardenal Ruini espera su presencia.

“Espero que sí, pero no puedo afirmarlo porque no lo sé con seguridad”, refirió.

El Purpurado destacó también el profundo legado teológico de Joseph Ratzinger, y el valor de su oración al servicio del bien de la Iglesia.

“Creo que este premio muestra cómo la herencia de Benedicto XVI no se está extinguiendo, sino que sigue aportando frutos en la Iglesia y en el mundo entero”, concluyó.

Durante sus largos años al servicio de la Iglesia, el Cardenal Ruini fue Vicario General de Su Santidad para la Diócesis de Roma, Arcipreste de la Basílica Papal de Letrán, Gran Canciller Emérito de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma y Presidente emérito de “Peregrinatio ad Petri Sedem”. Actualmente es el Presidente de la Comisión que investiga las presuntas apariciones de la Virgen en Medjugorje (Bosnia y Herzegovina), y que trabaja en colaboración con la Congregación para la Doctrina de la Fe.

¿Porque renuncio Benedicto XVI?

¿Porque renuncio Benedicto XVI?

Hace poco una de las religiones más grandes del mundo, y con cientos de millones de seguidores acaba de perder a su guía y Pastor. Pues el pasado 28 de febrero de 2013, Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) renunciaba al trono de San Pedro. Ratzinger quien desde el 19 de abril de 2005 conducía la barca de Pedro con cientos de problemas sobre ella, decidió dejar la Sede a otra persona. El Papa ha dicho que renuncia por falta de "fuerzas" y que dada a su avanzada edad ya no pueda más con la tarea que un día Cristo-Jesús le encomendó al Apóstol Pedro.


Miles de especulaciones han salido a la luz después de que Ratzinger anunciara su renuncia el 11 de febrero de este mismo año. Pues se dice que le amenazaron, que renuncia por nuevas amenazas del caso "Vatileaks",  porque "perdió la fe", etc... No queda más que decir que cuando una persona toma una decisión, debe ser aceptada incondicionalmente.

Las características básicas de la renuncia o de su propia toma de decisión es:
 

  • Una persona de 85 años que se dedica a la literatura teológica, al dogma de la fe, y que su centro de vida es el "Espíritu Santo", es muy difícil que pierda una fe, que desde que tiene conciencia a prevalecido sobre él.

  • El famoso caso "Vatileaks" fue un echo relevante durante los últimos años del pontificado de Ratzinger. El 17 de diciembre de 2012 tres cardenales le entregaron al Papa los resultados de las investigaciones del famoso caso. Cientos de expertos han declarado que tal vez lo fuerte de esos resultados hicieron que Benedicto XVI se retirara. Pero como se sabe dentro del caso se descubrió -por así decirlo- que el infiltrado no era solamente el mayordomo del Papa (Paolo Gabriele) sino que un famoso "Cuervo" -como se hizo llamar-, era la persona que tenia las manos bien puestas sobre el caso. Mucho se ha dicho sobre el cardenal Angelo Sodano. Pero, que quiero decir con todo esto. Pues como lo escribió un analista, filosofo, y Teólogo, lo que el papa  hizo fue tapar con su renuncia las entradas al  "Cuervo" y así poner  Alto o FIN  a las reformar magisteriales del caso "Vatileaks". Así pues Benedicto XVI pudo dar por terminada la guerra Vaticana o el caso Vatileaks, desactivando todo tipo de fuerzas, luchas y amenazas que había entre dos famosas personas dentro del Caso. Y que estas o esta amenazaba con la destrucción moral y ética de más personas.
Es muy fácil identificar cuando las personas desean que los poderes sean hasta el fin de él. En este caso Benedicto XVI, no quiso que los pocos lujos que hay en el Vaticano, sigan siendo de él, literalmente. Ya que, ¿cuántas personas no conocemos que no quieren soltar las cadenas que los unen con una corona, una presidencia etc...? Cientos de casos estamos viviendo en la actualidad.

Fácil de identificar y no necesario mencionar es una autoridad de una Partido Político Latinoamericano, que no quiere dejar la presidencia de su país, aun así este en alto riesgo a causa de la enfermedad. Y a su reelección ni siquiera a podido salir a la luz, por la gran y grave enfermedad que tiene. Cuantas figuras religiosas, políticas, sociales, no han dejado su rango por la edad, por la enfermedad, y prefieren sufrir y no parar de sufrir para que la situación sea controlada como la de Benedicto XVI.

Así pues esperemos que la renuncia de Benedicto XVI, sea aceptada por los católicos que realmente les interesa su Iglesia y su propio futuro. Y que la Sede de Pedro la ocupe realmente quien -según la Iglesia- el Espíritu Santo desee y pueda navegar aun con las olas del mar muy fuertes que la sociedad esta presentando. No queda más que decir que Joseph Ratzinger es una persona de alta capacidad intelectual y admirable.

Víctor Uribe.
MMXIII

 

 

25 junio 2013

EXPEDIENTE: Joseph Ratzinger, el cardenal que nunca quiso ser Papa.

EXPEDIENTE: Joseph Ratzinger, el cardenal que nunca quiso ser Papa


Es el pontífice número 265 de la historia y el sexto alemán desde Víctor II; fue elegido el 19 de abril de 2005, tras la muerte de Juan Pablo II.


ROMA, 11 de febrero.- Benedicto XVI anunció hoy su renuncia al pontificado y anticipó el fin su ministerio como Papa número 265 de la historia de la Iglesia católica, puesto al que él mismo dijo prefería no haber sido elegido.
El alemán Joseph Ratzinger, de 85 años, había sido elegido Papa el 19 de abril de 2005 en el primer Cónclave del siglo XXI, tras la muerte de Juan Pablo II.
Benedicto XVI es el pontífice número 265 de la Iglesia Católica, obispo de Roma y séptimo Jefe del Estado Vaticano.
Nacido en Marktl am Inn, en Alemania, el 16 de abril de 1927, Ratzinger participó en la II Guerra Mundial, en los servicios antiaéreos alemanes.
Posteriormente, estudió en la Escuela Superior de Filosofía de Freising y se doctoró en teología por la Universidad de Munich.
El 29 de junio de 1951 fue ordenado sacerdote y optó por la labor docente. Fue profesor de Teología y de Dogmática e Historia del Dogma en diversas universidades alemanas.
Intervino como consultor del arzobispo de Colonia en el Concilio Vaticano II y en marzo de 1977, fue designado arzobispo de Munich y Freising.
Ese año, se convirtió en cardenal y en 1981 prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio). En ese puesto fue confirmado en 1996 por tiempo indefinido.
Responsable de las medidas disciplinarias adoptadas por el Vaticano contra los teólogos de la liberación, Ratzinger fue nombrado en 2002 Decano del Colegio de Cardenales, y como tal, fue el "primus inter pares" entre los purpurados.
Le correspondió oficiar la misa de funeral por Juan Pablo II fallecido el 2 de abril de 2005 y la misa "pro eligendo pontífice", previa al cónclave por él convocado para elegir al sucesor del Papa.
El 19 de abril de 2005 fue elegido Papa en el segundo día de cónclave y al cuarto escrutinio.
Para su Pontificado eligió el nombre de Benedicto XVI y se convirtió en el Papa 265 de la historia de la Iglesia y el sexto alemán desde Víctor II (1055-1057).
Su primer viaje oficial fuera de Italia lo realizó en agosto de 2005 a Alemania, su país natal, donde visitó la sinagoga de Colonia, la segunda vez que un papa pisaba un templo judío desde que Juan Pablo II entró en el de Roma en 1986 y la primera de un pontífice al país del Holocausto. En Alemania, Ratzinger condenó con dureza el nazismo.
En sus años de pontificado ha visitado una veintena de países.
Ha publicado tres encíclicas "Deus caritas est" (2006); "Spe salvi" (2007) y "Caritas in veritate" 2009 y el nuevo compendio del Catecismo de la Iglesia Católica en 2005.
En 2007 eliminó el limbo, suprimió la elección de Papa por mayoría simple, propició la celebración en la misa en latín, según el rito tridentino y en 2008, modificó, del Missale Romanum, la plegaria por los judíos.
En 2009 revocó la excomunión a los obispos ordenados por Lefebvre y abrió las puertas de la Iglesia de Roma a los tradicionalistas anglicanos.
En 2010 promulgó el documento para luchar contra el blanqueo de dinero en las instituciones financieras vaticanas, el primero decretado por un pontífice.
Ese año, el quinto de su pontificado, fue el más complicado por las denuncias de casos de sacerdotes pederastas, que incluso afectaron al propio pontífice al que se acusó de no atajar el problema durante su labor como arzobispo de Munich y en su etapa de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
En 2011 se publicó la segunda parte de su libro "Jesús de Nazaret", en el que exonera a los judíos de ser responsables de la muerte de Jesús, y en 2012 se convirtió en el segundo Papa que visita Cuba en la historia de la Iglesia, después de Juan Pablo II.
En noviembre de 2012 presentó "La Infancia de Jesús", en el que sorprendió con su reflexión sobre la ausencia de la mula y el buey en el pesebre donde nació Jesús.
Ha proclamado 34 santos y alrededor de 600 beatos, entre ellos, su predecesor el papa Juan Pablo II el 1 de mayo de 2011.
Benedicto XVI inauguró el 29 de junio de 2011 el portal multimedia de Internet del Vaticano, "News.va", con un mensaje en Twitter, la primera vez en la historia que un Pontífice empleaba este modo de comunicación.
"Queridos amigos, acabo de lanzar News.va. ¡Alabado sea nuestro Señor Jesucristo! Con mis oraciones y bendiciones", señaló el mensaje del papa, justo el día en el que celebraba sus 60 años sacerdotales.
El 12 de diciembre de 2012, lanzó su primer tuit en la red Twitter, a través de su cuenta @pontifex_es.
Además de su lengua materna, la alemana, Benedicto XVI habla italiano, latín, francés e inglés.
jrr.

http://www.excelsior.com.mx/global/2013/02/11/883683?imagen=3#link-content

Cardenal Ratzinger pedía rezar por la salud de Juan Pablo II en 2003

VATICANO, 30 Set. 03 / 02:06 pm (ACI).- El Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal Joseph Ratzinger,  reconoció que la salud del Papa Juan Pablo II es  frágil y pidió a los fieles rezar por el Pontífice, pero su secretario desmintió la existencia de una entrevista con la revista alemana “Bunte” según la cual la salud del Pontífice era “muy mala”. Mons. Georg Gaenswein, Secretario del Cardenal Ratzinger, respondió a las consultas de algunas agencias informativas que la supuesta “entrevista” del Cardenal Ratzinger a la revista sensacionalista “Bunte” nunca se produjo, sino que un periodista recogió las razones que el Cardenal Ratzinger había dado para explicar por qué el Papa no podía   conceder una audiencia privada a un grupo de empresarios alemanes.
La revista, que había citado al Cardenal Ratzinger diciendo supuestamente que la salud del Papa está “muy mal”; aclaró el mismo martes, ante la ola de noticias y rumores, que el Purpurado alemán dijo que el papa Juan Pablo II “está mal” y no “muy mal”; y pidió disculpas por el “error”.
Mons. Georg Gaenswein señaló que el estado de salud del Papa “no es un secreto” y es “bastante evidente”;  pero elogió el hecho de que el Papa “no se someta a su dolencia”.
“El Papa ya no puede andar ni estar de pie, pero para los creyentes es un héroe”, dijo el Secretario del Cardenal Ratzinger.

Ascensión de Cristo - Joseph Ratzinger


ASCENSIÓN DE CRISTO
SaMun

El relato de la ascensión de Cristo (Act 1, 1-14) es una parte del kerygma de Lucas acerca de la glorificación del Señor y por ello debe ser considerado en el contexto total de la teología neotestamentaria de la glorificación. En Mt y Pablo la resurrección y glorificación constituyen una unidad: la resurrección de Jesús por obra del Padre es a la vez su inserción en el poder regio como Señor, a quien se le ha dado todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28, 18) (-> resurrección de Jesús). La teología de -> Juan señala ya la crucifixión como glorificación (3, 14; 8, 28; 12, 32s) y hace así que la cruz aparezca en un doble sentido misterioso como el trono real de Cristo, desde el cual él ejerce su poder cósmico y atrae a los hombres hacia sí. Entre la esencial oscuridad que corresponde a todas estas exposiciones de la glorificación de Cristo y la descripción de Lucas como ascensión visible hay una contradicción más aparente que real. Pues también en Mateo, en Pablo y en Juan la glorificación es descrita como un acontecimiento del que se puede dar testimonio en virtud de las apariciones del Resucitado, como un acontecimiento que no permanece en el más allá sin relación con la historia, sino que en cierto modo toca el terreno histórico por el encuentro concreto con el Señor que pasó a través de la muerte, si bien en su núcleo esencial sobrepasa el ámbito de esta historia y, por tanto, está necesariamente oculto para el no creyente. El relato de Lucas acerca de la ascensión resalta cómo se puede dar testimonio del hecho de la glorificación en virtud de los encuentros con el Resucitado, los cuales duraron largo tiempo (<40 días»). Este relato de la ascensión está insertado totalmente en el contexto de la idea del testimonio y hay que entenderlo a partir de aquí (G. Lohfink).
De lo dicho se desprende que interpretaríamos falsamente la ascensión si la consideráramos como una ausencia momentánea de Cristo con relación al mundo. El «sentarse a la derecha del Padre», de que habla la Escritura (p.ej., Act 2, 33; 5, 31; 7, 55; Rom 8, 34; Ef 1, 20; Col 3, 1, etc.), significa más bien la participación del hombre Jesús en el poder regio de Dios y, consecuentemente, su presencia soberana en el mundo y entre los suyos (cf. Mt 28, 20). Partiendo de aquí la teología de Juan puede enlazar la resurrección con el retorno de Cristo (p.ej., 14, 18ss); en la resurrección del Señor, en virtud de la cual él está para siempre entre los suyos, ha empezado ya la --> parusía. A base de esto hemos de entender el hecho de que el relato de Lucas acerca de la ascensión se enfrente con un falso entusiasmo escatológico y, sin eliminar la -> escatología (Act 1, 11), ponga el acento en el doble presente del tiempo de la Iglesia: el don del Espíritu Santo, gracias al cual el Señor está ya presente; y la tarea del testimonio, con el que el cristiano responde a la experiencia del Espíritu y así se pone al servicio del reinado de Cristo. Cabría decir también que la realidad de la glorificación del Señor, la cual permanece oculta en el presente tiempo de la historia, sigue teniendo un punto tangencial en ésta a través de su autotestificación en el -->Espíritu Santo y del testimonio de los creyentes, que transmiten el mensaje de Cristo (Jn 14, 26s: < ...él dará testimonio de mí, y vosotros daréis testimonio...»). Esto supuesto, hay una estrecha conexión entre glorificación y --> misión. La misión es la forma transitoria de expresión del reinado universal de Cristo, que ejerce soberanía en la humilde forma de la palabra.
Así, la idea del testimonio, en la que se expresa la manifestación ya incipiente de la glorificación de Jesús, implica a la vez su esencial encubrimiento, que Lucas indica mediante la imagen de la nube, muy usual en la teología veterotestamentaria del templo (Act 1, 9). Juan, en cambio, esclarece dicha idea a base de su fusión de teología de la cruz y de la glorificación en su significación existencial e histórico-teológica. En la misma dirección apunta el himno cristológico de Flp 2, 5-11, que designa a Cristo en su despojo de sí mismo por la cruz como antitipo de la osadía autodivinizante del primer Adán y, contraponiendo el derrumbamiento de ésta a la glorificación del humillado, le dice al hombre que el camino de la divinización pasa, no a través de la propia audacia, sino a través de la participación en la ignominia de la cruz de Cristo, la cual precisamente así se convierte en el signo paradójico de la glorificación del Señor en este mundo. Por eso se gloría el Apóstol precisamente de su debilidad, que es el lugar donde él mejor experimenta la victoria de la fuerza de Dios (2 Cor 12, 9s).
Por lo dicho se pone a la vez de manifiesto que el mensaje neotestamentario de la ascensión al cielo en sus afirmaciones centrales es completamente independiente de la llamada imagen «mítica» del mundo, la cual concibe a éste como si constara de tres estratos superpuestos, y que, por tanto, ese mensaje no queda eliminado con la desmitización (Bultmann). Más bien él abre una nueva visión positiva de la realidad del «cielo», plenamente independiente de problemas relativos a la imagen del mundo. A saber, desde la «ascensión», el cielo es la dimensión de la convivencia entre el hombre y Dios, la cual ha quedado instaurada por la resurrección y glorificación de Jesús, y desde entonces sirve para describir el auténtico «lugar» ontológico donde los hombres pueden vivir eternamente. Así el cristiano sabe ya ahora que su verdadera vida está escondida en el «cielo» (Col 3, 3 ), en cuanto por la fe en Cristo, él ha entrado en la dimensión de Dios, y con ello, ha penetrado ya ahora en su futuro.
Joseph Ratzinger